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Cierto sábado por lanoche, en la cena de un restaurant de mi barrio olvide mi par de aros… no erancualquier aros, es uno de esos objetos que adoras solo porque te lo regaloalguien que queres mucho. Aquellos aros, un regalo de nuestros primeros 3 mesesjuntos.
El mismísimo domingoestaba arañando las paredes para salir de casa e ir a preguntar en aquel lugarpor ellos. El quedarme en casa no solucionaba nada, no me iba a quedar tranquilahasta recuperarlo, ese par emocionalmente tiene un significado, mas allá de losintentos de tranquilizarme que tuvo “mi oso” para no preocuparme por eso… me sentímuy culpable de la perdida.
Yo, quizás no tengo elconcepto de “perdido por perdido”, de aquellos que buscan con lupa en cada unade las pajas del pajar. Hoy, cansada de quedarme con la duda y el desconcierto,regrese caminado de un lugar, para ir directamente a aquel lugar, al principiocon miedo y tomándome mi tiempo.
Y la suerte es muycaprichosa, que te sonríe dejándote una dulce lección, aquella que me devuelve soloun aro del par…
Y mi naturalezacaprichosa y creativa decide jugar con el objeto, desarmándolo y convirtiéndoloen un collar.
Lo importante de todoesto es, si bien esta perdido, hay que intentar recuperarlo. Y una vezrecuperado, atesorarlo dándole otro uso.