Hace algunas semanas atrás, más precisamente un martes a la noche mientras viajaba en auto de regreso a casa, me quede embobada mirando de a ratos la luna en su hermoso esplendor. Y no sé muy bien porque pero recordé una leyenda china.
Para ser mas “románticos”, la leyenda del viejo de la luna.
Esa leyenda, recuerdo haberla leído por primera vez en un libro de ciencias naturales. En un tiempo creía con fervor en esta leyenda, quizás fue una época en la que creía en el amor ideal, en el romanticismo, y tenía un poco mas de fe en las personas…
La leyenda dice, que el viejo de la luna sale por las noches sale en busca de dos almas que están predestinadas a estar juntas. El anciano cuando las encuentra, las ata con un hilo rojo mágico al dedo meñique para que no se pierdan.
Este hilo rojo, se creía que era invisible, y capaz de unir a esta pareja sin importar las distancias, ni los años, ni las circunstancias… El hilo podía tensarse o enroscarse pero nunca romperse.
A parir de este relato, tan lejos no estamos de la
locura, ya que esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.
Ahora, bien... pasan los años y la leyendas se van extinguiendo, nosotros somos cada vez creemos menos en ello. ¿Podrimos creer en esta historia?, ¿podremos esperar a que el viejo de la luna se ocupe de nuestra vida sentimental?, ¿podremos imaginar que estamos “conectados” con otra persona?, ¿podremos sentir que, aunque nos pasen las peores cosas, el tiempo será el encargado de darnos paciencia a nuestro delirio de no quedarnos solos?, ¿podremos confiar en la “elasticidad” y “fuerza” de aquel hilo rojo?, ¿podremos sacarnos el hilo de nuestro meñique cuando queremos renunciar por nuestra salud mental?, ¿¿¿podremos creer que hay alguien en el mundo que está predestinado a compartir la vida con uno???
En parte extraído del post: “
El hilo rojo del destino. ¿Estamos unidos a las personas que conoceremos?” del sitio “tejiendo el mundo”
