Cuando fue mi primer entrenamiento de futbol, me metieron como volante. Estaba más que pérdida, no cazaba una.
A la siguiente semana, caí en la defensa. No solo no sabía cómo posicionarme, sino que tampoco sabía como actuar cuando tenía la pelota entre mis pies. A dónde voy? Con quien juego? A donde la pateo? La saco? La dejo?
Con el pasar de las semanas Gian se calentó, me puso el cuerpo y me enseño que defender no era una cuestión de grandeza, sino de saber cómo posicionarse sobre el otro. Ser rustica, y saber cuándo usar sutilmente la picardía en la cancha.
Al principio me costó. Hoy, me siento segura abajo, en la defensa. Creo que es el mejor lugar dentro de la cancha. O al menos mi talento sale en ese lugar. Así como también tengo mis charlas técnicas con mi hermano (él es el típico goleador, humilde pero efectivo), aunque defiende con cierta soberbia, que meter goles es lo mejor.
Hoy en día, en hockey me pasa lo mismo. Sigo sintiendo que ahí estoy completando al equipo. Me rompe soberanamente cuando defenestran esa posición.
En una salto, y le explico a una de las defensoras laterales: “
ser defensora no implica que estés parada entre los palos esperando a que te llegue una atacante. Implica que tenes que moverte, sacarla, pelearla. Y si ves que estas sola, y podes subir y jugala, hacelo”, y nuestra profe Vani, otra eterna
defensora, me dio el reconocimiento de mis palabras, de las que poco han oído.
Soy de esas personas que pone el cuerpo, antes de que la pelota/bocha llegue al arco. Me siento orgullosa de mi colección de moretones y golpes. Me duelen, pero todo tiene solución con un poco de hielo y diclo.
Me duele más que a ninguna otra jugadora, ver como meten el gol en mi arco. Me hace sentir responsable de esa falla en la defensa.
Odio cuando las que están en el medio, o arriba, no ven que nos superan, que deben bajar y pelearla de igual a igual.
Ser
defensora te hace automáticamente
la jugadora más rustica de la cancha, porque coordinas los toques como podes, te moves como podes. Yo siento más adrenalina bloqueándola, o metiendo una pata rustica a la pelota, como así también un palazo entre bocha y palo para sacársela.
A la defensa, toda la vida. Y voy con mucho orgullo, porque ahí siento que soy la pieza fundamental del equipo. Tal como dicen los que saben de futbol:
“Los delanteros ganan partidos. Los defensas ganan campeonatos.” John Gregory.
Fuente: Cinismo Ilustrado