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En casamientos, comotradición. Ahora en cumpleaños de quince. Todas buscando con desesperación esaalianza. El símbolo físico del matrimonio, la unión, el compromiso y la estabilidad.En otras palabras, un cruel sinónimo de “felicidad” (¬¬) y otra sarta deboludeces más.
El disc Jockey llama atodas las mujeres solteras al centro de la pista de baile.
Mi tía, una cincuentona de2 matrimonios disueltos, hace un tonto comentario: - yo también debería ir, soysoltera. Y la cara de mi mama, diciendo “si te llegas a casar por 3º vez, temato”.
En más de uncasamiento/cumpleaños de quince, en un momento de picardía, intente huir albaño o al patio, para no participar. Lo más triste es que te vienen a buscarcomo una fugitiva. Y entro al grito de: - falta ella.-
Odio ese momento, tantocomo el lanzamiento del ramo. Detesto ver la cara de desesperadas de un grupode mujeres que creen en un estúpido símbolo de felicidad.
Pisotones, codazos,algunas buscando mayor cantidad de cintas para obtener una mayor ventaja de lasituación. Fieras, son fieras en celo… desesperadas, amargas, y olvidadas,pensando con esperanzas en tener un futuro “ideal”.
En cambio, yo trato detardar el mayor tiempo posible para buscar la última cinta, o la que me tiren.El momento llega, casi todas tiran con ferocidad al mismo tiempo. En mis manos…la cinta con otro un juguete de cotillón para la colección.
-La próxima vez será- meconsolaba la otra de mis tías.
Claro, como si yo memuriera de desesperación por ganármelo (¬¬).
Meses más tarde, unasituación similar en un cumpleaños de quince. Muchas cintas… la última enllegar… el mismo cuadro, pisotones y codazos… la última cinta… tiro… y contanta mala suerte que me sale la alianza. Me mordí el labio, cerré los ojos yme dije: WTF!, ¿porque a mí?
La cara de alegría de misabuelos, y la foto de mi vieja. Yo, tratando de tragar saliva para salir conuna sonrisa falsa en la foto.
-Toma, nena, es para vos…hace lo que quieras- le regale la alianza a mi hermana.
Listo, un peso menos enmi cabeza. Y si la tuviera aun entre mis manos, se la regalaría a cualquierpersona que le guste. OK. Piensen lo que quieran, pero a mi esas cosas, me amargan.
Si tienen un tipo decrianza semejante al mío, me entenderán sin problemas.
Antiguamente, la mujer serealizaba como individuo ante la llegada del martirmonio, perdón… matrimonio.La mujer se convertía en un decorado más de la casa, cuyo rol era ser la esclavade la cocina, otorgarles a los hijos educación y dar a luz cuántos hijospudiera (en aquel entonces no existía la salud reproductiva, recién en los ‘80se empieza a hablar un poco más acerca del control de natalidad –digamos queahora se puede planear a futuro en una familia-). En otras palabras, si notenes novio, te lo buscaban.
Me molesta, y me irritacada vez que les veo las caras a mis familiares en esas fiestas. Una y otra vezlas mismas preguntas, los mismos comentarios.
El mismo concepto de“felicidad”. La búsqueda del compromiso. Las presiones por no llegar soltera alos 30 (si no se te pasa el arroz), o a los 40 (cuando el arroz ya se paso). Enotras palabras, no te dejan disfrutar de las cositas de la edad, todo ese munditode complejidades y simplezas que te dan alegría. Y como siempre el mismo, viejoy erróneo concepto de “amor”. ¡Porque no me dejan en paz y libre!